Revisando la Historia Negra: Fanon y la Herencia de “La Cabaña de Tío Tom” – Javier Moisés Rentería Hurtado

Javier Moisés Rentería Hurtado (*)

El Mes de la Historia Negra se celebra cada febrero en Estados como Canadá, Irlanda, los Países Bajos, el Reino Unido y los Estados Unidos de América, entre otros. Es un espacio de conmemoración y reflexión sobre las contribuciones de la diáspora africana y negra en el mundo. Sin embargo, este mes se ha venido convirtiendo en una narrativa domesticada y simplificada, donde la opresión histórica es reconocida, pero no se problematiza la continuidad de las estructuras de poder que la sustentan. En muchas ocasiones, la historia negra es reducida a una serie de personajes heroicos que, a lo largo de los años, se han venido destacando dentro de sistemas, sin cuestionar cómo estos siguen perpetuando desigualdades raciales estructurales en nuestras sociedades.

A partir del análisis de Frantz Fanon en su libro Piel negra, máscaras blancas, publicado en 1952 (J. Varela y F. de la Sota, Trads., Ediciones Akal) y la novela La Cabaña de Tío Tom de Harriet Beecher Stowe (Editorial Cátedra), publicada originalmente en 1852; esta contribución reflexiona sobre cómo la representación de la negritud ha sido y sigue siendo construida dentro de un marco de aceptación social; que no siempre promueve una emancipación radical de estos procesos discriminatorios. En este sentido, es necesario replantearse y repensar las narrativas dominantes que aquejan a esta sociedad sobre la historia negra, entendiendo que la lucha contra el racismo no solo es un reconocimiento del pasado, sino también una transformación activa del presente y el futuro.

Frantz Fanon argumenta en la citada obra (pp. 85-100) que el sujeto colonizado interioriza la mirada del opresor y vive en una constante tensión de identidad. Este análisis de Fanon hace un planteamiento indicando que la opresión no solo es un fenómeno físico y económico, sino que también psicológico. Los sujetos racializados, en su intento de ser aceptados por la estructura hegemónica, adoptan ciertos comportamientos y discursos que validan el orden colonial, aún después de la descolonización formal.

La celebración del Mes de la Historia Negra, aunque bien intencionada, muchas veces refuerza esa versión de que la historia negra es aceptable para la estructura hegemónica blanca. Se privilegia la narrativa de figuras negras excepcionales, cuya integración en el sistema es vista como un logro, sin cuestionar las barreras sistémicas que siguen presentes en muchos sectores. Fanon destaca que la verdadera liberación de los pueblos oprimidos no ocurre a través de una integración simbólica en el discurso dominante, sino mediante una transformación estructural que desafíe las bases del colonialismo y el racismo[1]. Para ello, es necesario reconocer que el racismo no es solo un fenómeno del pasado, también una estructura de poder que sigue vigente en las dinámicas socioeconómicas contemporáneas.

Harriet Beecher Stowe publicó La Cabaña de Tío Tom en 1852 con el propósito de denunciar la esclavitud en los Estados Unidos de América. Aunque la obra tuvo un impacto crucial en la percepción del público sobre la esclavitud y su abolición, también cimentó un arquetipo problemático. El esclavo obediente, piadoso y resignado a su destino. Tío Tom, el protagonista de esta obra, representa una figura de resistencia pasiva, cuya moralidad es exaltada dentro del marco de sumisión de los principios cristianos. Desde una lectura fanoniana, La Cabaña de Tío Tom puede verse como un ejemplo temprano de cómo la negritud ha sido representada a lo largo de la historia, en función de su utilidad dentro del sistema hegemónico blanco. Aunque bienintencionado, este fenómeno refuerza la idea de que la redención del oprimido solo puede darse a través de su sufrimiento y no de su sublevación. Aquí el argumento de Fanon (1961) es que esta construcción del negro sumiso refuerza una identidad alienada, donde la negritud solo es aceptada en la medida en que se conforma a los ideales del opresor (pp. 80-91).

Es importante reconocer cómo este arquetipo ha influenciado representaciones posteriores de la negritud en espacios como el cine, la literatura y la cultura popular, en el mundo. La figura del “negro noble y sufrido” sigue siendo recurrente. Encontramos ejemplos más recientes en películas como The Butler (2013), dirigida por Lee Daniels (título traducido como El mayordomo) y The Help (2011), dirigida por Tate Taylor (título traducido como Criadas y Señoras, en España e Historias cruzadas, en América Latina). En ambos casos, los negros son representados de manera estereotipada como personajes leales pacientes y sin resentimiento hacia sus empleadores blancos, haciendo que este arquetipo siga planteando dudas sobre su realismo y profundidad, limitando la posibilidad de imaginar sujetos negros con capacidad de transformación radical. En la era digital, las redes sociales han jugado un papel fundamental en la reconfiguración de la narrativa sobre la historia negra y sus aportaciones en distintos espacios. Sin embargo, se puede observar que muchas de estas representaciones siguen atrapadas en una lógica de reconocimiento simbólico sin una crítica estructural. La exaltación de figuras negras en los ámbitos del arte, la política o los negocios es positiva; pero a menudo se presenta sin un análisis de las condiciones socioeconómicas que perpetúan la desigualdad racial.

Las plataformas digitales, han permitido una proliferación de discursos de orgullo negro, pero muchas veces estos discursos; quedan reducidos a una comercialización de la identidad negra. Fanon (1961) advirtió sobre los peligros de una liberación aparente que, en realidad, refuerza la dominación. Por todo ello el Mes de la Historia Negra debe ser no solo una celebración, sino un espacio de confrontación crítica con las estructuras que han sostenido la opresión. Aquí es importante preguntarse si las conmemoraciones del Mes de la Historia Negra realmente contribuyen a una conciencia crítica o si, por el contrario, funcionan como una estrategia de pacificación. Al centrarse en figuras individuales de éxito, se corre el riesgo de invisibilizar las luchas colectivas y las demandas estructurales de los pueblos afrodescendientes.

En resumen, el Mes de la Historia Negra no debería solo limitarse a la exaltación de figuras ejemplares, dentro de un sistema que sigue reproduciendo desigualdades estructurales notorias. A través de la lectura de Fanon y la crítica a La Cabaña de Tío Tom podemos ver cómo la historia negra ha sido narrada dentro de marcos de aceptación que no necesariamente promueven la verdadera emancipación. Es necesario replantearse estas conmemoraciones, para que no solo celebren los logros individuales, sino que también fomenten una conciencia crítica sobre la continuidad del racismo estructural en la actualidad. La historia negra debe ser narrada en su complejidad, sin edulcorar la violencia del pasado ni omitir los desafíos del presente.

[1] Fanon, F. (2009). Los condenados de la tierra (N. Camps, Trad.). Ediciones Akal, pp. 27-35 (trabajo original publicado en 1961).

(*) Estudiante del Máster Universitario en Protección Internacional de los Derechos Humanos de la Universidad de Alcalá

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