A propósito de Andorra — Jorge Zamarriego Pérez

Investigador en Formación IELAT. Línea de investigación: “Relaciones Internacionales, Integración Regional y Derechos Humanos”. Beca IELAT- Santander.

En los últimos días ha vuelto a salir a la palestra y a ser objeto de debate y discusión pública todo lo referente a la problemática de los youtubers y su tributación. Esta vez el detonante ha sido el traslado de El Rubius y con él, los beneficios que genera con sus actividades a Andorra, motivado según su versión por la persecución a la que le somete Hacienda y por la que la mayoría de sus amigos, compañeros de profesión, ya se encuentran radicados en el pequeño estado pirenaico.

No podemos entrar a valorar, desde el punto de vista de la legalidad, la decisión de El Rubius de domiciliarse en un país con un impuesto de la renta sustancialmente menos progresivo que el español, ya que esta operación entra dentro del ámbito de la economía de opción, y solo el tiempo y la Agencia Tributaria, principalmente acabarán por dictaminar si esa residencia en el país vecino es una realidad o una simulación; El Rubius, y todos los demás youtubers, están en su derecho de irse a otro país, aun cuando el único motivo fuese el de tributar menos. Nos encontramos en un mundo moderno, globalizado e interconectado y la libertad de movimientos es algo que no se debe poner en tela de juicio, puesto que se deben tener en cuenta únicamente criterios jurídicos y no morales.

No obstante, lo que personalmente me causa preocupación en este tema no es el impacto directo del traslado a Andorra, entendido este como una pérdida de recaudación, sino el argumentario que esgrimen ciertos youtubers, y sobre todo, su legión de seguidores. Porque son estos argumentos, sin duda más insolidarios y peligrosos que un puñado de youtubers que en términos macroeconómicos son insignificantes, los que me hacen plantearme la percepción del estado del bienestar y de principios como la solidaridad y la equidad que pueden tener millones de jóvenes españoles y latinoamericanos no podemos pasar por alto que un gran porcentaje del público que tienen los youtubers españoles procede de los países hispanohablantes de América.

Se pueden encontrar en las redes sociales una ingente cantidad de comentarios apoyando la decisión de El Rubius y compañía, motivando su respaldo en argumentos tremendamente engañosos, puesto que bajo su criterio la aplicación del tipo máximo impositivo en renta es abusivo por ser cercano al cincuenta por ciento obviando, deliberadamente o por ignorancia, que lo correcto sería acudir al tipo medio de gravamen, escudándose en la mala gestión que la clase política hace del erario público y en la corrupción que tan presente hemos tenido en España en estas últimas décadas, o alegando directamente que los impuestos son un robo perpetrado por parte del Estado.

Tenemos que preguntarnos si el hecho de que tantas personas jóvenes, e incluso adolescentes, defiendan posturas insolidarias que no ilegales por considerar que los impuestos son abusivos y que hay políticos que roban no es un fracaso de la educación y de la sociedad en su conjunto. Que tal vez se haya impuesto la cultura del yo y del beneficio propio sobre la cultura de la cooperación y del altruismo. Debemos plantearnos que, quizás, no se haya prestado una atención adecuada a la educación financiera y política en los colegios e institutos y que los adolescentes, huérfanos de un referente escolar, hayan ido a buscarlo como casi todo hoy en día en las redes sociales, encontrando allí a diversos sujetos pontificando sobre las bondades de emigrar a Andorra para no pagar impuestos en España. Tenemos que poner sobre la mesa que gran parte de la juventud española y latinoamericana no comprende o peor aún, no quiere comprender que los impuestos son los que sostienen el estado del bienestar de un país, que son los que soportan los costes de un acceso gratuito a la enseñanza y que son los que permiten, sobre todo en una situación tan complicada como la que vivimos en la actual pandemia, que los sanitarios salven vidas.

Y tenemos que abordar la posibilidad de que la siguiente generación se encuentre inmersa en una crisis de confianza respecto del estado del bienestar y del Estado como institución, ya que se encuentran percibiendo que hay una suerte de tensión y de lucha entre sus ídolos de Internet y el Estado, en el cual este último es un monstruo voraz que únicamente se afana en confiscar. Siempre he sido un firme defensor de la educación como el remedio curativo perfecto de enfermedades como el egoísmo, la insolidaridad o el racismo, y aún lo sigo siendo, pero debemos plantearnos si la educación que hemos dado hasta el momento ha sido suficiente, y es necesario que se modifiquen aspectos esenciales que devuelvan a gran parte de la juventud a recuperar la fe en la solidaridad y en el apoyo.

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