El 5 de marzo de 2012, tras el lanzamiento del documental Kony2012, se inició una campaña viral en Twitter bajo los lemas de #StopKony y #LRAviolence y que contó con el apoyo de numerosas celebridades, de entre las que señalar Oprah Winfrey, George W. Bush, Rihanna, Justin Bieber y Kim Kardashian (entre otros). El documental, que fue dirigido por la organización ‘Invisible Children’, buscaba denunciar cómo Joseph Kony – líder del grupo paramilitar Ejercito de Resistencia del Señor (‘Lord´s Resistance Army (LRA)’) – estaba capturando a niños soldados con fines bélicos y sexuales. El objetivo del proyecto creado por Jason Rusell era, pues, el de que EEUU encabezase la misión de prestar ayuda a Uganda y sus habitantes, deteniendo, gracias a su liderazgo, al líder rebelde Kony.
En respuesta a Kony2012, el escritor Teju Cole denunció en su cuenta personal de Twitter @tejucole, tres días después del mencionado estreno, lo siguiente con respecto a la industria mediática del ‘Salvador Blanco’: en primer lugar, que ‘[t]he white savior complex supports brutal policies in the morning, found charities in the afternoon, and received awards in the evening’ (8 Mar.) y, en segundo lugar, que ‘[t]he white savior industrial complex is not about justice. It is about having a big emotional experience that validates privilege.’ (8 Mar.) Tomando como punto de partida los argumentos llevados a cabo por Cole con respecto a la figura del ‘White Savior’, sería correcto afirmar que Rusell hizo uso de la narrativa de poder de dicho salvador, mostrándose como un sujeto capaz de identificar el problema, pero sin identificarse a si mismo como tal. Esto es posible ya que su género, al igual que su identificación como hombre blanco estadounidense de clase alta, le permite adoptar una actitud de superioridad, obviando así su implicación en el conflicto. Esto queda claro porque la línea de la investigación del documental no era, en ningún momento, dar voz a los ugandeses y denunciar como el presidente ugandés lleva desde el año 1986 gobernando este país con una administración que, como mínimo, se puede definir como corrupta. ¿De qué modos puede entonces la consciencia social que surge a través de campañas mediáticas proporcionar un verdadero conocimiento del sufrimiento de un país y su respectiva población?
A unas semanas de que se cumpla el séptimo aniversario de Kony2012, nos encontramos con un mundo globalizado donde reina la inestabilidad política y gobiernan las latentes diferencias económicas y sociales entre las diferentes poblaciones. Pese a que África sigue siendo considerada, para algunos, un objeto de sueños imperialistas, la atención global – en términos humanitarios – ha estado centrada desde el comienzo del 2019, por parte de los medios de comunicación españoles, en el continente americano y específicamente en Venezuela. Así mismo, aunque con un perfil diferente, España es en la actualidad un país perturbado por la inestabilidad política. Esta situación se volvió una realidad palpable para sus habitantes cuando el 16 de enero de 2019 Juan Manuel Moreno, líder del Partido Popular (PP) en Andalucía, se convertía en presidente de la Junta con la ayuda de los partidos políticos de derechas – si aún podemos hablar en términos de dicotomías – de Ciudadanos y un emergente VOX. Así mismo, la mencionada inestabilidad se reprodujo cuando Pedro Sánchez, quién reconoció a Guaidó como presidente interino de Venezuela el 4 de febrero de 2019, anunciaba el pasado viernes 15 de febrero que, el 28 de abril de este mismo año, habría elecciones generales.
Teniendo en cuenta que la presión internacional con respecto al conflicto venezolano fue iniciada por el presidente de los EEUU, Donald Trump, y que PP, Ciudadanos y VOX aspiran – entre otras cosas – a recuperar la grandeza de España, sería correcto afirmar que estos partidos y sus líderes se han posicionado a la altura de Donald Trump, convirtiéndose así en ‘Salvadores Blancos’. Tales afirmaciones quedan reflejadas en sus respectivas cuentas de Twitter donde, por ejemplo, el PP (@PPopular) – mediante un video de Javier Maroto – expresaba que ‘[l]a posición de Pedro Sánchez sobre #Venezuela es ambigua, llega tarde y muestra falta de liderazgo y deslealtad.’ (4 Feb.) El líder del PP, por su parte, afirmaba en un artículo para ‘La Tribuna’ del periódico La Razón lo siguiente: ‘España tiene mucho que aportar, y no puede limitarse a mirar en silencio. Sus lazos de fraternidad, su posición privilegiada como miembro de la Unión Europea y la Comunidad Iberoamericana, y su experiencia en hacer una transición de la dictadura a la democracia, que admiró a todo el mundo, deberían servir de argumentos suficientes para asumir el liderazgo de la ayuda.’ (5 Feb.)
Adelantándose a Pablo Casado, era el 4 de febrero cuando Albert Rivera, líder de Ciudadanos, aportaba al debate venezolano, afirmando a través de la cuenta oficial del partido (@CiudadanosCs) que ‘[l]a caída del régimen chavista es una esperanza para los demócratas y un aviso para los tiranos: no se puede violar derechos humanos y hacer pasar hambre a tu pueblo. Hay decenas de venezolanos asesinados y encarcelados.’ Así mismo, Rivera declaraba que ‘[e]n Venezuela tiene que haber una transición democrática y para ello se necesitan tres elementos: libertad para los presos políticos, un canal humanitario para que no tengan que huir los venezolanos y garantías para votar en unas urnas libres.’
Finalmente, fue Javier Ortega Smith (@Ortega_Smith) – Secretario General de VOX – quien llevó a cabo la siguiente reflexión: ‘Hermanos de Hispanoamérica, no estáis solos, seremos vuestra voz en España y en Europa, resistir frente a la tiranía. #Venezuela #Cuba #Nicaragua #EspañaViva’ (3 Feb.) En líneas similares, Rocío Monasterio (@monasterioR) declaró que ‘[e]l pueblo venezolano está sufriendo muchísimo y en parte por las políticas impuestas marxistas y del socialismo que defienden partidos en España como Podemos, y ya es hora de que se liberen. Y tenemos todos la obligación y la comunidad internacional en hacer una política de firmeza, de apoyo, a la defensa de la libertad de Venezuela.’ (5 Feb.)
Teniendo en cuenta la definición que Urban Dictionary da del término ‘hashtag activism’ como ‘[t]he kind of activism undertaken when you “do something” about a problem by tweeting or posting links to Facebook, without any intent of even actually doing something’ (Urban Dictionary, 2012), se puede apreciar como en las cuentas del PP, Ciudadanos, VOX y las de sus representantes hay un uso de este tipo de activismo. En líneas paralelas, argumento que el uso de términos politizados en el discurso de estos tres agentes –‘liderazgo’, ‘deslealtad’, ‘democracia’, ‘régimen’, ‘tiranía’, ‘libertad’, ‘obligación’ y ‘firmeza’ (entre otros) – refleja un activismo vago que solo es capaz de llevarse a cabo detrás de las pantallas de dispositivos electrónicos y desde una clara posición de privilegio. Este posicionamiento es preocupante si tenemos en cuenta que los venezolanos no son las únicas víctimas de un discurso que podría ser calificado como imperialista; también los haitianos. Es importante entonces tener presente que Haití se encuentra, según Trump, dentro de la lista de lo que el se refiere como ‘shithole countries’, respaldando de algún modo – a través de esta terminología – que las revueltas iniciadas el 18 de octubre en dicho país, con el fin de denunciar la fraudulencia del gobierno y los numerosos casos de malversación, no son importantes para el mundo global y “civilizado”.
La narrativa de la derecha española, a través de su campaña en las redes sociales, ha dejado claro que el conflicto venezolano tiene nombre y apellidos: Nicolás Maduro. Dicha identificación no es, aun así, suficiente, ya que estos sujetos no se posicionan en ningún momento como posibles contribuyentes al problema. Tanto Venezuela como Haití (entre muchos otros países) sufren las consecuencias de una pésima infraestructura de gobierno, además de una democracia empobrecida. Esta situación no ha de ser reducida a meras campañas políticas a través de hashtags cuyo fin es el de posicionarse como la voz cantante de un problema que va más allá de la autoridad política de un representante u otro. Esto quiere decir que, tal y como afirmaba Cole, la intervención en la vida de los otros requiere, al menos, un mínimo de diligencia. (The Atlantic, 2012) Debemos cuestionarnos entonces cómo, a través de los medios de comunicación, nos involucramos o no en determinadas campañas, siendo necesario ser conscientes de los abusos de poder que se esconden detrás de algunos movimientos virales.
Referencias
CJ.MK.87 (2012) Hashtag activism. [Online] Urban Dictionary. Available at: https://www.urbandictionary.com/define.php?term=hashtag%20activism (Accessed: 19 Feb 2019)
Cole, H. (2012) The White-Savior Industrial Complex. [Online] The Atlantic. Available at: https://www.theatlantic.com/international/archive/2012/03/the-white-savior-industrial-complex/254843/ (Accessed: 18 Feb 2019)