Diego Villagómez (*)
Este año, líderes de 21 territorios circundantes al océano Pacífico se congregaron en la ciudad estadounidense de San Francisco para participar en la cumbre anual del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC). El propósito primordial de este encuentro fue mejorar el comercio, el desarrollo y la inversión en la región. Además, al margen de la cumbre, se estableció́ un compromiso para una comunicación más directa entre el presidente de China, Xi Jinping, y el mandatario de Estados Unidos, Joe Biden, lo cual podría dar un nuevo aire a las tensas relaciones.
El objetivo fundamental del APEC es unir a las economías del océano Pacifico mediante la cooperación. Este foro, diseñado en 1989, busca promover el comercio, la inversión y el desarrollo. Con miembros que incluyen a Australia, Brunéi, Canadá, Corea del Sur, Chile, China, Estados Unidos, Filipinas, Hong Kong, Indonesia, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Papuda Nueva Guinea, Perú́, Rusia, Singapur, Taiwán, Tailandia y Vietnam. El APEC abarca el 38% de la población mundial, la mitad del comercio mundial y aproximadamente el 62% del PIB global, es decir, 62 mil millones de dólares.
Un aspecto distintivo del APEC es que involucra a economías, a estados con reconocimiento limitado y de regiones administrativas especiales, lo que incluye la participación de Hong Kong y Taiwán. Este foro no surgió́ como consecuencia de un evento histórico, como una guerra, y carece de componentes militares. En sus pilares se encuentran la liberación y facilitación del comercio e inversiones, así́ como la cooperación técnica y económica. Característica notable del APEC es su capacidad para lograr que sus miembros trabajen conjuntamente en grandes iniciativas para facilitar las relaciones comerciales, sin establecer acuerdos vinculantes como la reducción de aranceles o la eliminación de barreras en los envíos de bienes a nivel mundial.
La cumbre de este año, celebrada en San Francisco en 2023, tuvo como objetivo fortalecer la resiliencia de las economías del APEC, especialmente frente a los crecientes desafíos climáticos y después de una pandemia global que cobró la vida de millones de personas. Resulta particularmente interesante debido a que la economía global se ha visto fuertemente afectada por diversos factores, como la invasión de Rusia a Ucrania y la guerra entre Israel y Hamas. A partir de esto, los desafíos actuales incluyen mejorar la cadena de suministros, la conectividad de datos y la economía digital.
Considerando esta premisa sobre el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) ¿Tiene entonces una incidencia a nivel regional o también a nivel global?
El APEC es un foro estratégico para el orden internacional actual, dado que reúne a las economías de una región que actualmente se destaca como la más dinámica en la economía internacional. En la zona del Pacifico, donde se encuentran ubicadas las dos superpotencias del orden geopolítico, China y Estados Unidos, y especialmente en la región de Asia-Pacífico, se hallan también otras economías emergentes o, en algunos casos, en desarrollo o desarrolladas, las cuales desempeñan un papel sumamente importante en la economía global. Ejemplos notables incluyen a Corea del Sur, Japón y las economías del sudeste asiático.
En este contexto, se evidencia la centralidad del foro para garantizar la agilidad del comercio interregional, lo cual, sin duda alguna, se traduce en una agilización del comercio global dado que estas economías pueden llevar adelante un comercio más dinámico, esto repercute en el resto de los países del mundo. Además, aunque la APEC incluya países con costas en el Pacifico, muchos otros países, como Argentina, Brasil, entre otros de América Latina y el Caribe, están considerando la región del Pacifico como una zona extremadamente importante para el comercio bilateral, y lo mismo ocurre para la India y África.
La zona del pacifico y en particular la zona del Asia pacifico es estratégica, considerando además la reciente entrada en vigor del mayor tratado de libre comercio del mundo. Hablamos del RCEP, un tratado comercial que incluye a los países del sudeste asiático, el cual busca incrementar el intercambio en un área que reúne a la segunda potencia mundial, China, y relanzar así la economía de la región tras el golpe asestado por la pandemia de covid- 19. Como señala la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), el nuevo tratado crea un nuevo centro de gravedad para el comercio internacional, dado el tamaño económico del bloque emergente y su dinamismo comercial. A esto se suman las iniciativas norteamericanas de impulsar tratados de libre comercio que evidencian lo fundamental que puede ser este foro para el orden mundial contemporáneo.
Por otro lado, en lo que concierne a las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y China en el marco del foro APEC, vemos como Estados Unidos parece buscar un chivo expiatorio para abordar un problema muy importante para su población, como es la masiva adicción al fontanillo. China se muestra colaborativa ante esta situación, aunque en realidad está vinculada a dinámicas de transformación en la economía norteamericana, relacionadas con la transnacionalización de la economía global y la reubicación de las corporaciones norteamericanas desde Estados Unidos hacia zonas más rentables, como lo es China. Esto ha generado una crisis en Estados Unidos, con predominio de desempleo en algunas regiones y la disminución de la expectativa de vida, lo que repercute de manera significativa en la población. No obstante, la decisión de China de cooperar de manera activa en la resolución del problema, los cambios necesarios irían más allá de lo superficial y afectaran de manera más profunda el aspecto económico.
Otro punto de amplia relevancia es Taiwán, el cual se ha convertido en un tema tenso en las relaciones entre Estados Unidos y China, según lo declarado por Xin Jinping, quien además añadió́ que la reunificación es algo inevitable. Esta afirmación puede interpretarse como una advertencia por parte de China, indicando que la cuestión de Taiwán representa una línea roja que Estados Unidos no debe cruzar. Dada la importancia de Estados Unidos como principal socio de Taiwán, esta situación genera tensiones en el ámbito geopolítico y estratégico de China. La reunificación territorial se posiciona como un objetivo central para China, considerando a Taiwán como una parte inalienable de su territorio, tal como lo reconoce la mayoría de la comunidad internacional, incluyendo a Estados Unidos. A pesar de que Estados Unidos reconoce la política de una sola China, también continúa suministrando armamento a Taiwán y realiza visitas sin coordinación previa con la China continental. Estos elementos podrían interpretarse como una predisposición por parte de Estados Unidos a continuar colaborando con Taiwán, al tiempo que evita que la reunificación se lleve a cabo por medios militares.
En este nuevo relanzamiento de las relaciones entre China y Estados Unidos, ambos países desempeñan un papel crucial en conflictos bélicos entre Rusia y Ucrania e Israel y Hamas. Estas situaciones de conflicto estructurales del orden internacional ponen en evidencia una situación de persistente inestabilidad del orden global, en donde cualquier indicio de confrontación pone inmediatamente a jugar a los grandes actores del poder internacional. Estados Unidos y China, desempeñan un rol importante en estos conflictos, siempre y cuando jueguen un rol de pacificación, de llamado al diálogo y de coexistencia pacífica. El orden geopolítico contemporáneamente nos muestra un acercamiento paulatino a un orden internacional multipolar, en donde, si bien China y Estados Unidos son actores fundamentales, no se pueden dejar de lado otros actores que también son relevantes, como la Unión Europea, la India y los países del medio oriente, los cuales, tienen que ocupar un rol fundamental en la resolución del conflicto entre Israel y Hamas. Estos actores, junto con China y Estados Unidos, deben ser fundamentales en la búsqueda del diálogo y la coexistencia pacífica del orden internacional.
El problema en la relación bilateral entre Estados Unidos y China puede compararse metafóricamente con un matrimonio malavenido, donde ambas partes se necesitan mutuamente. Aunque no están bien juntas, separarse seria aún peor, ya que son las dos economías más grandes del mundo. Gran parte de los productos vendidos en Estados Unidos se fabrican en China, lo que beneficia a los consumidores al ofrecer precios más competitivos. Por otro lado, si China dejara de fabricar productos para Estados Unidos, millones de trabajadores chinos se quedarían sin empleo. Este y demás factores nos hacen pensar que, a pesar de las tensiones en esta relación, es más beneficioso que continúen colaborando y no optar por lo que se conoce en política internacional como «decoupling», o sea, la separación total entre ambos países, lo cual tendría grandes repercusiones en el orden internacional.
(*) Investigadores en formación del IELAT quien realizó una estancia de investigación en el marco de las Erasmus fellowship.