Por Martín Llada. IIEP BAIRES (UBA CONICET), IELAT (UAH)
Los efectos de la pandemia COVID-19 originada por el virus SARS-CoV-2, el conflicto bélico en Ucrania y las sanciones económicas a Rusia, han vuelto a poner en primera escena la inflación en el mundo. En particular, la tasa de inflación anual observada para el año 2021 fue del 5.3 y 2.6% en los Estados Unidos y la Unión Europea, respectivamente. Estos números se alejan del promedio anual observado durante el último decenio, a saber 1.4 y 1.2%. El nuevo proceso inflacionario parece estar lejos de ser controlado en el 2022. Los últimos datos permiten apreciar que los precios se aceleraron un 8% durante el mes de octubre en Estados Unidos respecto al mismo mes del año anterior, mientras que en la Eurozona dicho número trepó al 10.6%, siendo este muy heterogéneo en su interior: en Estonia se observó un 22.5%, mientras que en Francia un 7.1%.
¿Qué ha hecho la máxima autoridad monetaria para lidiar con este fenómeno inflacionario? El Banco Central, en ambos casos, confía en la tasa de interés como el principal instrumento para llevar a cabo su política monetaria. A través de este instrumento pretende ejercer influencia sobre las condiciones económicas, financieras y monetarias de la economía en pos de alcanzar la estabilidad de precios, su objetivo principal. Periódicamente, un comité, el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, por su sigla en inglés) para el caso del Banco Central de Estados Unidos y el Consejo de Gobierno para el caso del Banco Central Europeo (BCE), fija la política monetaria y comunica su estrategia de política con el objetivo de influir sobre las expectativas de los diversos agentes económicos. En lo que va del 2022, el FOMC ha anunciado por novena vez consecutiva un incremento en su tasa de interés, mientras que el Consejo de Gobierno lo ha hecho en tres oportunidades. La defensa de esta política sostiene como un potencial canal de trasmisión que tipos de interés más altos reducen la presión sobre la demanda al hacer más caros los préstamos, lo que reduce la presión sobre los precios.
Teniendo en cuenta que el objetivo de la autoridad monetaria es la estabilidad de precios, es razonable su interés por mantener ancladas las expectativas de inflación de los agentes. Una forma de aproximar cómo evolucionan las creencias de los individuos es observar los resultados de encuestas. A partir del análisis de la Encuesta de los Consumidores del BCE para la Unión Europea y la Universidad de Michigan para Estados Unidos, se evidencia que, durante el 2022, las creencias de los consumidores sobre la aceleración de precios para los próximos 12 meses se encuentran sistemáticamente por encima de la que reportan los pronosticadores profesionales, las cuales surgen de Encuesta a Pronosticadores Profesionales del BCE y la Reserva Federal de Filadelfia. El desacuerdo, es decir, la diferencias entre las expectativas inflación que reportan estos agentes, en promedio, gira en torno a los 1.8 y 2.17 puntos porcentuales, respectivamente. Asimismo, este desacuerdo se reduce a 0.6 puntos porcentuales cuando se analizan las expectativas de inflación a mediano plazo para la Eurozona. Este último nivel de desacuerdo es considerable si se considera que la tasa de inflación objetivo de mediano plazo es del 2%.
¿Por qué es importante monitorear las expectativas de inflación de los consumidores? Las creencias referidas a la dinámica futura de los precios son cruciales para entender las decisiones de consumo, inversión y ahorro, entre otras, de las familias y, en última instancia, para entender el impacto de la política monetaria. Si bien no hay consenso en la literatura sobre qué determina estas expectativas y cuál es la mejor forma para influir sobre ellas, el Banco Central parece delegar la eficacia de la política monetaria a la influencia sobre las expectativas de los agentes que pueda ejercer la tasa de interés y el forward guidance, es decir, la comunicación clara sobre la orientación futura de su política monetaria.
Pero, ¿se puede anticipar si los múltiples anuncios que realizó el Banco Central se reflejan en las expectativas de los agentes? La literatura evidencia que las opiniones de las personas sobre la evolución futura de la inflación se ven influenciadas no solo por anuncios oficiales, sino que también por su percepción de la inflación actual, sus experiencias personales asociadas a sus conductas como consumidores, entre otras fuentes. Las respuestas lentas por partes de los agentes económicos a los múltiples impulsos, se asocia a la incertidumbre que caracteriza el contexto económico actual. Teniendo en cuenta la aceleración en los niveles de inflación, el costo financiero potencial de ignorar su evolución es alto, por lo tanto, es de esperar que los niveles de atención al tópico inflación por partes de los agentes económicos sean elevados en los tiempos que corren.
Frente al desconcierto sobre cuáles son las fuentes de impulso que influyen sobre las opiniones económicas de los agentes, un conjunto amplio de trabajos ha centrado su atención en evaluar el contenido informativo de fuentes no tradicionales de información. En este sentido, un artículo académico publicado recientemente en la Reserva Federal de San Francisco, evidencia que la cobertura que los medios masivos de comunicación realizan sobre el tópico inflación ejerce influencia sobre las expectativas de inflación de los agentes. Asimismo, un artículo disponible en el IIEP UBA CONICET sugiere que la frecuencia con la cual aparece la palabra “inflación” en los mensajes publicados en la red social Twitter esta asociada a los niveles de atención que los usuarios de esta red social asignan a comprender el fenómeno inflacionario. En estas aplicaciones en el campo de la economía se destaca la complementariedad entre la disponibilidad de grandes volúmenes de información con el creciente acceso a modelos de aprendizaje estadístico asociados al procesamiento de lenguaje natural.
El tipo de esfuerzos asociados a explotar fuentes no estructuradas de información, se conjetura, puede constituir una valiosa fuente de información, complementaria a aquella que surge del análisis de encuestas regulares. La disponibilidad inmediata que caracteriza estos datos, información publicada en medios de comunicación, redes sociales, documentos oficiales, entre otras, no solo pueden ser de utilidad para monitorear las expectativas de los agentes económicos, sino que también para el diseño y monitoreo de la política económica.