A propósito de la reciente noticia sobre el deseo de adquirir la red social Twitter por parte de Elon Musk, según algunos medios con el objetivo de preservar la democracia, en este artículo se analizará cómo las redes sociales junto con la inteligencia artificial (IA), están definiendo la era del capitalismo del dato y cómo estas acciones podrían estar socavando la democracia.
Al día de hoy, todos nos encontramos familiarizados con el término Big Data el cual se refiere al manejo a gran escala de ingentes volúmenes de datos. Por lo general, asociamos su uso a corporaciones tecnológicas, principalmente las de telefonía. ¿Pero alguna vez nos hemos detenido a pensar y preguntarnos para qué se usan nuestros datos? Podríamos responder, para vendérselos a las empresas de marketing, pero pocos sabemos a ciencia cierta el destino final de los mismos.
Cada día generamos miles de datos, tan solo desde nuestro móvil recibimos y respondemos correos, revisamos las noticias, hacemos llamadas, realizamos compras, efectuamos pagos, interactuamos con nuestras redes sociales, lo que nos convierte en un dato más dentro de un gran sistema, gracias a lo cual, tanto nuestro operador móvil como Google, Amazon, Facebook Instagram y Twitter pueden saber qué hacemos, dónde estamos cada minuto de nuestra vida y hasta qué pensamos.
Es así, como nos vemos absorbidos por este gran universo de información y no nos detenemos a pensar qué pasa con esos bits que generamos a diario, simplemente seguimos conectados absorbiendo lo que nos ofrecen y no buscamos un significado en cada clic que damos. Por lo que en el actual mundo interconectado, la cesión de información personal resulta prácticamente inevitable. Producto de esto, no solo estamos develando nuestros gustos, sino también nuestra forma de ver el mundo[1].
Todos conocemos la influencia que tuvo el big data en procesos electorales, como en la campana de Donald Trump o el caso del Brexit y Cambrigde Analitica. Así como, las menos conocidas pero igual de eficaces asesorías de Jaime Durán Barba a Mauricio Macri, Guillermo Lasso y otras autoridades locales latinoamericanas[2]. Lo que interesa conocer es cómo usan la información para influir en el electorado y favorecer a un candidato frente a otro, o a una propuesta frente a otra, y cómo esto podría distorsionar la democracia.
Para procesar y analizar la ingente cantidad de datos que producimos a diario, se usan herramientas de análisis que permiten procesarlos de forma estructurada de tal manera de poder extraer resultados concluyentes[3]. Seguidamente, mediante la segmentación de los potenciales votantes, a quienes se puede dirigir mensajes a medida (sea o no durante el periodo electoral), se puede conseguir “la manipulación digital” como lo señala el escritor Moises Naím, quien define estas acciones como las toxinas que debilitan la democracia[4]. Así, los datos se han convertido en activos de gran valor que, tratados de forma adecuada, pueden inclinar el tablero político a favor del contratista[5].
Al aprovechamiento de los datos y los algoritmos, el historiador Yuval Noah Harari lo define como «datismo»[6]. Estamos viviendo la era del capitalismo del dato. Los datos son un material que se extrae, al igual que el petróleo se refina y se usa de diferentes maneras[7], pues las empresas con capacidad para procesarlos, los emplean para predecir el consumo, establecer tendencias, mejorar prestaciones, hacer seguimiento del uso de servicios, controlar a los trabajadores o conocer los gustos de las personas e influir en ellas, como lo estamos analizando. Los “dataistas” creen además que con suficientes datos biométricos, que proporcionamos de manera gratuita a través de las aplicaciones móviles, y el poder de procesamiento, este sistema, que lo abarca todo, podría comprender a los humanos mucho mejor de lo que nos entendemos a nosotros mismos[8].
Al igual que Harari, Martin Hilbert, gurú del big data, afirma que vivimos en un mundo donde los políticos pueden usar la tecnología para cambiar cerebros; los operadores de telefonía móvil, predecir a dónde iremos; y, los algoritmos en redes sociales, descifrar nuestra personalidad mejor que nuestra pareja o nosotros mismos[9]. A la postre, los humanos estaremos perdiendo autoridad y las prácticas humanistas como las elecciones democráticas se volverán obsoletas[10].
Por su parte, el filósofo Michael Sandel también advierte del peligro de cómo las redes sociales cada vez cobran más importancia en la toma de decisiones de los ciudadanos, y al igual que Moies Naím, lo cataloga como “instrumentos de manipulación política” no solo que ayudan en la difusión de fake news, sino que además, destruyen los debates y las elecciones democráticas. A ello se suma que, el gran poder de estas redes está concentrado en pocas empresas, lo que implica “un peligro igual que cualquier otro tipo de concentración de poder”[11].
La Organización Latinobarómetro, que a través de su encuesta anual observa el desarrollo de las democracias, economías y sociedades, utilizando indicadores de actitud, opinión y comportamiento, ofrece un perfil promedio del colectivo al cual no le interesa la democracia o se encuentra desencantado con ella, constituido por el siguiente perfil: joven, de escasos recursos, con bajo nivel de educación y mujer[12]. Es decir, coincide con los grupos más afectados por las desigualdades, de acuerdo a la teoría de heterogeneidad estructural de la CEPAL. Por el contrario, el perfil medio de un demócrata es: clase media, con mayor educación, de edad madura y hombre, posee bienes, usa redes sociales, aprueba a su gobierno, es dueño de un negocio o ejecutivo medio, vota y se ubica en la escala ideológica en la izquierda o la derecha política[13]. Así, podemos entender mejor cómo los sistemas de big data procesan la información y las empresas que se dedican a ello, generar y distribuir el mensaje que se desea transmitir, y que este cuele en el imaginario de cada colectivo seleccionado.
La tecnología tiene un papel central en la actual coyuntura. Con o sin intención, Internet y las redes sociales encierran a los ciudadanos en cajas de resonancia, rasgando el tejido social de una sociedad y avivando la hostilidad entre diferentes colectivos[14].
La innovación y tecnología seguirán avanzando y la respuesta no es ponerle freno, más bien debemos desarrollar leyes que controlen el uso ético de estos recursos. La tecnología debería estar al servicio de las personas y apoyar a los ciudadanos a tomar sus propias decisiones sociales, económicas y políticas, sin coacción, ni manipulación oculta. Internet se ha convertido en la esfera pública moderna, y las redes sociales y los motores de búsqueda tienen un poder tremendo y una gran responsabilidad para garantizar que sus plataformas sirvan al bien público.
Para que la democracia sobreviva a la era digital, las corporaciones tecnológicas, los gobiernos y la sociedad civil, deben trabajar juntos para encontrar soluciones reales a los problemas de la manipulación de las redes sociales y la recopilación abusiva de datos.
Pensadores humanistas como Rousseau, nos convencieron de que nuestros propios sentimientos y deseos eran la fuente última de significado, y que por tanto, nuestro libre albedrío es la máxima autoridad de todas[15].
Si Musk llegara a adquirir Twitter, ¿cuánto poder estaría obteniendo el hombre más rico del mundo?, y sin darnos cuenta ¿qué poder adicional le estaríamos entregando con cada clic que damos?
[1]Financial Times, Harari, Y., “Yuval Noah Harari on big data, Google and the end of free will”, Disponible en: https://www.ft.com/content/50bb4830-6a4c-11e6-ae5b-a7cc5dd5a28c. Fecha de última consulta: 29/09/2021.
[2] Diario El Universo, “Jaime Durán Barba, el ‘gurú electoral’ que fue clave en la victoria de Guillermo Lasso”, 2021. Disponible en: https://www.eluniverso.com/noticias/politica/jaime-duran-barba-el-guru-electoral-que-fue-clave-en-la-victoria-de-guillermo-lasso-nota/. Fecha de última consulta: 20/04/2022.
[3] Financial Times, Harari, Y., “Yuval Noah Harari on big data, Google and the end of free will”, Disponible en: https://www.ft.com/content/50bb4830-6a4c-11e6-ae5b-a7cc5dd5a28c. Fecha de última consulta: 29/09/2021.
[4] Diario El País, Naím, M. “Seis toxinas que debilitan la democracia”, 2019. Disponible en: https://www.moisesnaim.com/mis-columnas/2020/1/9/seis-toxinas-que-debilitan-la-democracia. Fecha de última consulta: 18/04/2022.
[5] El Orden Mundial, Rey, F. “El big data, o cómo tus datos le han dado más poder a la economía y la política”, 2020. Disponible en: https://elordenmundial.com/big-data-poder-datos-economia-politica/. Fecha de última consulta: 19/04/2022.
[6] Financial Times, Harari, Y., “Yuval Noah Harari on big data, Google and the end of free will”, Disponible en: https://www.ft.com/content/50bb4830-6a4c-11e6-ae5b-a7cc5dd5a28c. Fecha de última consulta: 29/09/2021.
[7] Retina, Fanjul, S., “Adorar al dato como adorar a Dios”, 2022 Disponible en: https://retinatendencias.com/civilizacion-perdida/adorar-al-dato-como-adorar-a-dios/. Fecha de última consulta: 20/04/2022.
[8] Financial Times, Harari, Y., “Yuval Noah Harari on big data, Google and the end of free will”, Disponible en: https://www.ft.com/content/50bb4830-6a4c-11e6-ae5b-a7cc5dd5a28c. Fecha de última consulta: 29/09/2021.
[9] BBC News, Lissardy, G., “Martin Hilbert, gurú del Big Data: La democracia no está preparada para la era digital y está siendo destruida», 2017. Disponible en: https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-39511606
[10] https://www.ft.com/content/50bb4830-6a4c-11e6-ae5b-a7cc5dd5a28c, Fecha de última consulta: 29/07/2021
[11] Diario ABC, Martín, I. “Son momentos difíciles para la democracia”, 2018. Disponible en: https://www.abc.es/cultura/abci-michael-sandel-momentos-dificiles-para-democracia-201810190216_noticia.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.google.com%2. Fecha de última consulta: 20/04/2022.
[12] El Economista, Martínez, L.”Los latinoamericanos creen que la democracia se ha usado para beneficiar a unos cuantos: Latinobarómetro”. Disponible en: https://www.eleconomista.com.mx/politica/Los-latinoamericanos-creen-que-la-democracia-se-ha-usado-para-beneficiar-a-unos-cuantos-Latinobarometro-20181119-0004.html. Fecha de última consulta: 18/04/2022.
[13] Ibíd.
[14] Sanbaz, A. The Rise of Digital Authoritarianism, Freedom House, 2018. Disponible en: https://freedomhouse.org/report/freedom-net/2018/rise-digital-authoritarianism. Fecha de última consulta: 21/04/2022.
[15] Financial Times, Harari, Y., “Yuval Noah Harari on big data, Google and the end of free will”, Disponible en: https://www.ft.com/content/50bb4830-6a4c-11e6-ae5b-a7cc5dd5a28c. Fecha de última consulta: 29/09/2021.